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lunes, 12 de octubre de 2015

SEBASTIÁN DE APARICIO; EL PATRONO DE LOS CAMINEROS.

Sebastián de Aparicio nació en una aldea del reino de Galicia, España el 20 de Enero de 1522, Sebastián heredó de su padre el gusto por el trabajo, aprendió de agricultura, conoció la doma de toros y caballos, también aprendió del manejo de carretas y se aplicó al acarreo de mercancias.
Sebastián contaba con quince años cuando pidió permiso y la bendición a sus padres para dejar el hogar y partir hacia otros lugares con el fin de conseguir trabajo. Ganaría más monedas y ayudaría al sostenimiento de la familia, especialmente reuniría las dotes que necesitaban sus hermanas para poder contraer matrimonio.
Sebastián conoció que muchos de sus compatriotas que marchaban a las tierras recién descubiertas del Nuevo Mundo estaban adquiriendo buenas fortunas. La ilusión de hacer otro tanto se despertó en él y decidió embarcarse. Contaba con 31 años cuando desembarcó en el puerto de Veracruz. Era el año de 1533. La ciudad de Puebla había sido fundada dos años antes, en 1531. El "Gallego Sebastián" después de haber trabajado durante casi veinticuatro meses en el puerto veracruzano, buscó cobijo en la Angelópolis. Los naturales de la región empleaban pequeños troncos delgados para sembrar sus semillas. Sebastián les construyó el primer arado. Cuando Sebastián advirtió que los naturales cargaban sobre sus espaldas cuanto tenía que ser transportado, les enseño a domar y domesticar toros y caballos. Finalmente contribuyó para que los indígenas convirtieran en menos pesados sus trabajos mediante la construcción de la primera carreta.

Cabe el mérito a Sebastián de Aparicio de haber sido el diseñador y constructor de las primeras carreteras en México. La primera: de Veracruz a Puebla; la segunda, de Puebla a México; una tercera y una cuarta: de México a Querétaro y de Querétaro a Zacatecas. Sebastián es merecedor de incontables reconocimientos. Fue un civilizador en el sentido estricto del término.
 Sebastián de Aparicio caminó desde los buenos triunfos hasta los mayores éxitos. Adquirió dinero, se hizo de haciendas y le sobró fama de todo un señor. Las semillas de bondad sembradas en su corazón por sus padres lo condujeron a convertir sus casas en escuelas de artesanías para los indígenas. Hizo de ellas, además, albergues para los necesitados. Compartió su pan, su ropa y su calzado con los naturales. Abrió siempre las puertas de sus casas y haciendas a quien llamara a ellas.
El buen Sebastián frecuentaba a los frailes franciscanos de Tlalnepantla. Ellos, ante las inquietudes y nuevas aspiraciones de Sebastián, le aconsejaron que siguiera el consejo de Jesucristo: que repartiera sus bienes entre los más necesitados y que, de ser posible, ingresara entre los "Hermanos Menores de San Francisco de Asís". El de Aparicio siguió lo recomendado. Heredó mucho de lo que tenía a los indígenas que lo rodeaban. Regaló la mayor parte de su dinero a las Monjas Clarisas de la región y les pidió que le permitieran servirlas en el oficio de portero y mandadero del monasterio. Le fue concedido.
Quiso Dios que Sebastián de Aparicio vistiera el hábito franciscano, que viviera su noviciado y que emitiera sus votos de vivir hasta la muerte, en pobreza, obediencia y castidad. Los superiores lo enviaron a Tecali (población cercana a la ciudad de Puebla) en donde desempeñó los oficios de portero, cocinero, sacristán y hortelano. Porque en el convento de Puebla requerían de sus servicios, puesto que el número de frailes era muy elevado, fue trasladado a ese lugar. Allí volvió a las carretas y a los toros. Se convirtió hasta unos días antes de su fallecimiento en el hermano franciscano que recorrería la mayoría de las poblaciones aledañas a la ciudad. Hasta los 98 años, edad en la que Dios lo llamó a su Reino, Fray Sebastián de Aparicio fue el hijo de Francisco de ASÍS que sirvió a sus hermanos de hábito recolectando leña, semillas, verduras y cuanto la gente le regalara para la alimentación de los frailes. Falleció el 25 de febrero de 1600. Su cuerpo fue exhumado por primera vez el 19 de julio del mismo año de su muerte. El cadáver fue encontrado incorrupto. Dos años después es exhumado por segunda vez (junio 29 de 1602). El cuerpo continuaba incorrupto. La jerarquía eclesiástica, a petición de los franciscanos, inicia investigaciones y análisis sobre la vida y virtudes de Fray Sebastián de Aparicio. El Papa Clemente XIII declara que sus virtudes fueron heroicas (mayo 2 de 1768). Finalmente el Sumo Pontífice Pío VI decreta la solemne beatificación de Fray Sebastián de Aparicio. Esto sucedió el 1 de mayo de 1789. El cuerpo del Beato Fray Sebastián de Aparicio continúa incorrupto y es venerado en la capilla que lleva su nombre y que se encuentra dentro del templo de San 5 Francisco en la ciudad de Puebla.

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